miércoles, 3 de abril de 2019

UBICANDO EL AZTLAN ( ALVARADO-ALEJANDRI )


INTRODUCCION DEL LIBRO: 
                 UBICANDO EL AZTLAN ( ALVARADO-ALEJANDRI )

        Tradicionalmente, el Bajío durante la época prehispánica había sido como una zona marginal a Meso América, donde el desarrollo cultural no rebaso el nivel de “salvajismo”  propio de los grupos muy norteños de cazadores recolectores equivocadamente llamados chichimecas que encontraron los españoles en el siglo XVI y que fueron los causantes del uso peyorativo del nombre y de la mala imagen que hoy en día tenemos de ellos. Sin embargo las recientes investigaciones arqueológicas e históricas como la presente han demostrado que  ya desde el periodo clásico (300-900 d.C.) si no antes cono es muy probable y poco investigado, existieron en nuestra región sociedades civilizadas, con asentamientos de compleja arquitectura y con sistemas de intercambio y comercio que nos ligaban con el resto de Mesoamérica.
Este alto nivel de desarrollo cultural existente  en el Bajío a través de la historia esta patente en las investigaciones de destacados hombres y mujeres de ciencia  que aprovecho aquí para extenderles un apreciable y emotivo reconocimiento pues aunque  muchos de ellos sin ser de aquí hacen sus inestimables aportes para muestra patria chica, como suele suceder; La doctora Beatriz Braniff contextualiza en un marco ecológico el desarrollo cultural prehispánico en el Bajío. Menciona que casi no existen sitios arqueológicos por debajo de las 1800 m sobre el nivel del mar siendo muy posible que en tiempos prehispánicos esa zona no hubiera sido apta para el asentamiento humano, ya fuera por la excesiva humedad o por la presencia de lagunas o pantanos. Por otra parte, este gran territorio debió de ofrecer recursos estratégicos que no han sido considerados. Como toda clase de alimentos lacustres, además de haber servido para la navegación y la construcción de chinampas.
El maestro Efraín Cárdenas discute la interacción entre dos de las principales tradiciones arqueológicas del Bajío y del Occidente, evidenciadas por la presencia de estructuras circulares, diagnosticas de la “tradición Teuchitlan” de Jalisco y de patios hundidos, característica de la “tradición del Bajío.
El maestro David Wright, entre otras cosas comenta sobre los diferentes grupos etnolingüísticas en la región del Bajío, otomíes o ñañus, nahuas, purépechas (tarazcos), panes, jonaces, guamares y guachi chiles. Y el posible papel de cada uno de ellos en el desarrollo cultural prehispánico del Bajío.
El Mtro. Cayetano Reyes asienta que la conquista del Bajío en el siglo XVI indujo a un proceso de aculturación de los españoles, de los otomis o Hña-Hñus y de los mexicanos (aztecas) y resalta el papel que desempeñaron tanto los Hña-Hñu como los nahuatlacas en la conquista, y trata de esclarecer como y porque los otomis se convirtieron en conquistadores, como y cuales fueron las formas de su participación, cuales fueron las ventajas que obtuviera y cual fue la trascendencia de este grupo social.
Resulta interesantísimo como lo veremos a lo largo de esta investigación que como sostenemos que los chichimecas  salieron de estas tierras en ese entonces conocidas como Aztlan en sus diversas migraciones, y de los diferentes sitios del Aztlan, que eran siete y entendamos siete por un numero que expresaba el concepto de muchos o muy variados entre otras acepciones, pasados los siglos retornan en su calidad de guerreros y conquistadores hacia su propia patria primigenia para adecuarse nuevamente al momento histórico  y seguir tomando su lugar en la historia en  la conformación de México, la mexicanidad, y los mexicanos. 
Phil. Weigand y Eduardo Williams comentan que en términos geográficos y culturales, el Bajío es difícil de definir.
Casi todos los intentos de definirlo geográficamente enfatizan el rió Lerma como su rasgo principal y dominante. Esto significa, desde luego, que debe incluirse una gran parte de Michoacán y una porción de Jalisco, al igual que gran parte de Guanajuato y de Querétaro. De hecho, el rió Lerma es la única forma de definir el núcleo del Bajío; este es un sistema de ríos perennes tributarios, de grandes pantanos, de lagos y de tierras planas flanqueadas por cerros intrusivos y bajas montañas en el área inmediata. En el sur, estas tierras planas y montañas dan lugar gradualmente al alta y abrupta meseta tarasca, mientras que en el norte los cerros y tierras planas se transforman casi imperceptiblemente en la gran estepa norte americana, volviéndose progresivamente más secos al avanzar hacia el interior.                   



Aunque estas zonas ciertamente son parte de la cuenca de la captación del Bajío, son más problemáticas su área de influencia cultural. Aunque el bajío no es una región grande en términos territoriales -comparadas con las zonas altas de Mezo América al norte del istmo de Tehuantepec- realmente fue única; a través de ella fluía  sin interrupción uno de los principales ríos de Meso América, sobre amplios y planos valles, bordeando grandes pantanos y numerosos lagos, y contando con tierras agrícolas, de caza, y de pesca insuperables. Aparte del extremadamente rico perfil de agua y de suelos, la riqueza natural incluía abundantes especies acuáticas, yacimientos de obsidiana cercanos y bosques de robles, encinos pinos y mezquites en los cerros en las planicies y en las tierras altas adyacentes. La cuenca del rió Lerma además surgió como una importante ruta de comunicaciones este-oeste, de relativamente fácil transito y sin obstáculos (Boehm de Lameira, 1988; Williams, 1996) de esa manera uniendo al centro de México en el extremo oriente con el corazón de occidente, en un sistema que puede verse completamente favorecido por la naturaleza.
Durante la pasada generación de estudios arqueológicos, especialmente durante las décadas pasadas, se empezó a generar un extraordinaria transformación sobre la imagen que se tenia del carácter y la complejidad de las culturas prehispánicas del Bajío. En muchos sentidos, estos cambios de percepción reflejan la misma serie de procesos que encontramos en regiones vecinas especial mente en el occidente.
El Bajío ya no puede verse como una región marginal, caracterizable en términos sociales simples como “región de frontera”, influenciada principal mente desde el centro sino como a región multiednica que influencio y desparramo su cultura y la de los demás desde aquí para todos lados y en todo el tiempo.   
Tomando en cuenta las nuevas consideraciones cronológicas para las culturas a lo largo y ancho de la frontera norte, el abandono por los grupos civilizados de gran parte de la región del Bajío ahora se relaciona con el fin del mundo clásico en general (700-900 d.C.). En el contexto de lo que obviamente  fue un colapso en toda meso América. Segura mente las condiciones del ecosistema variaron un poco y la actividad volcánica manifiesta aun hoy en día en la zona como las condicione de abundante agua que se tenían cambiaron y motivo a muchos grupos a buscar otras alternativas como a las que se habían adaptado haciendo los migrar para todas partes principalmente a los valles de México, Toluca, Cuernavaca, puebla y Tlaxcala esto lo podemos fundamentar por las migraciones registradas por estos tiempos en los códices y la tradición oral de muchos pueblos y como ejemplo pongo el de la historia tolteca chichimeca, el de Xólotl, y la tira de la peregrinación que registra una de las mas importantes en el contexto de la historia y que es probable que se diera coincidente a las ultimas grandes actividades de volcánicas de la zona y cumpliendo aquel conocido adagio que los últimos serán los primeros.
Desde gran parte del Bajío se inicia una diáspora de gente portadora de una gran tradición cultural que eventualmente impacta fuertemente al occidente.
 Durante el periodo clásico, esta área había establecido una fuerte presencia en el Bajío, evidente por muchos sitios en toda la zona que tienen edificios circulares típicos de la tradición Teuchitlan (Weigand, 1993) durante el epiclasico el proceso párese haberse revertido, al aparecer en abundancia en occidente los estilos de patio hundido y de masivas plataformas propias del Bajío y del Lerma.
Como se menciona, siempre se había pensado que el Bajío había adoptado sus patrones e inspiraciones culturales del centro de México. Las investigaciones mas recientes han cuestionado seriamente esta suposición, al indicar que hay tantas similitudes, si no es que mas, con el occidente como con el centro de México. Y asta se especula con fuerte base historia que el Bajío esta tierra del Aztlan-colhuacan-chicomoztoc influyo y determino el altiplano y mucho mas.
La tradición del Bajío reciente mente definida por Cárdenas (1997) constituye otro núcleo de civilización mesoamericana tan innovador, creativo y expansivo, como cualquiera de sus vecinos y hasta mas. Su localización regional clave, en un entorno circunscrito por núcleos de sistemas sociales  complejos igual de dinámicos, pero también abiertos a los grupos norteños de guayares, panes, jonas, guachi chiles, Zacatecas, etc. De las estepas norteñas que equivocadamente son confundidos con los chichimecas. Esta idílica situación de pueblos, culturas, etnias, y entorno le permitió al Bajío la opción de escoger y adaptar elementos de una red intrincada de influencias e inspiraciones para construir algo verdaderamente único espectacular y dinámico  el Aztlan.

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