INTRODUCCION DEL LIBRO:
UBICANDO EL AZTLAN
( ALVARADO-ALEJANDRI )
Tradicionalmente, el Bajío durante la época prehispánica
había sido como una zona marginal a Meso América, donde el desarrollo cultural
no rebaso el nivel de “salvajismo”
propio de los grupos muy norteños de cazadores recolectores
equivocadamente llamados chichimecas que encontraron los españoles en el siglo
XVI y que fueron los causantes del uso peyorativo del nombre y de la mala
imagen que hoy en día tenemos de ellos. Sin embargo las recientes
investigaciones arqueológicas e históricas como la presente han demostrado
que ya desde el periodo clásico (300-900
d.C.) si no antes cono es muy probable y poco investigado, existieron en
nuestra región sociedades civilizadas, con asentamientos de compleja
arquitectura y con sistemas de intercambio y comercio que nos ligaban con el
resto de Mesoamérica.
Este alto nivel de desarrollo cultural existente en el Bajío a través de la historia esta
patente en las investigaciones de destacados hombres y mujeres de ciencia que aprovecho aquí para extenderles un
apreciable y emotivo reconocimiento pues aunque
muchos de ellos sin ser de aquí hacen sus inestimables aportes para
muestra patria chica, como suele suceder; La doctora Beatriz Braniff
contextualiza en un marco ecológico el desarrollo cultural prehispánico en el
Bajío. Menciona que casi no existen sitios arqueológicos por debajo de las 1800
m sobre el nivel del mar siendo muy posible que en tiempos prehispánicos esa
zona no hubiera sido apta para el asentamiento humano, ya fuera por la excesiva
humedad o por la presencia de lagunas o pantanos. Por otra parte, este gran
territorio debió de ofrecer recursos estratégicos que no han sido considerados.
Como toda clase de alimentos lacustres, además de haber servido para la
navegación y la construcción de chinampas.
El maestro Efraín Cárdenas discute la interacción entre
dos de las principales tradiciones arqueológicas del Bajío y del Occidente,
evidenciadas por la presencia de estructuras circulares, diagnosticas de la
“tradición Teuchitlan” de Jalisco y de patios hundidos, característica de la
“tradición del Bajío.
El maestro David Wright, entre otras cosas comenta sobre
los diferentes grupos etnolingüísticas en la región del Bajío, otomíes o ñañus,
nahuas, purépechas (tarazcos), panes, jonaces, guamares y guachi chiles. Y el
posible papel de cada uno de ellos en el desarrollo cultural prehispánico del
Bajío.
El Mtro. Cayetano Reyes asienta que la conquista del
Bajío en el siglo XVI indujo a un proceso de aculturación de los españoles, de
los otomis o Hña-Hñus y de los mexicanos (aztecas) y resalta el papel que
desempeñaron tanto los Hña-Hñu como los nahuatlacas en la conquista, y trata de
esclarecer como y porque los otomis se convirtieron en conquistadores, como y
cuales fueron las formas de su participación, cuales fueron las ventajas que
obtuviera y cual fue la trascendencia de este grupo social.
Resulta interesantísimo como lo veremos a lo largo de
esta investigación que como sostenemos que los chichimecas salieron de estas tierras en ese entonces
conocidas como Aztlan en sus diversas migraciones, y de los diferentes sitios
del Aztlan, que eran siete y entendamos siete por un numero que expresaba el
concepto de muchos o muy variados entre otras acepciones, pasados los siglos
retornan en su calidad de guerreros y conquistadores hacia su propia patria
primigenia para adecuarse nuevamente al momento histórico y seguir tomando su lugar en la historia en la conformación de México, la mexicanidad, y
los mexicanos.
Phil. Weigand y Eduardo Williams comentan que en términos
geográficos y culturales, el Bajío es difícil de definir.
Casi todos los intentos de definirlo geográficamente
enfatizan el rió Lerma como su rasgo principal y dominante. Esto significa, desde
luego, que debe incluirse una gran parte de Michoacán y una porción de Jalisco,
al igual que gran parte de Guanajuato y de Querétaro. De hecho, el rió Lerma es
la única forma de definir el núcleo del Bajío; este es un sistema de ríos
perennes tributarios, de grandes pantanos, de lagos y de tierras planas
flanqueadas por cerros intrusivos y bajas montañas en el área inmediata. En el
sur, estas tierras planas y montañas dan lugar gradualmente al alta y abrupta
meseta tarasca, mientras que en el norte los cerros y tierras planas se
transforman casi imperceptiblemente en la gran estepa norte americana,
volviéndose progresivamente más secos al avanzar hacia el interior.
Aunque estas zonas ciertamente son parte de la cuenca de
la captación del Bajío, son más problemáticas su área de influencia cultural.
Aunque el bajío no es una región grande en términos territoriales -comparadas
con las zonas altas de Mezo América al norte del istmo de Tehuantepec-
realmente fue única; a través de ella fluía
sin interrupción uno de los principales ríos de Meso América, sobre
amplios y planos valles, bordeando grandes pantanos y numerosos lagos, y
contando con tierras agrícolas, de caza, y de pesca insuperables. Aparte del
extremadamente rico perfil de agua y de suelos, la riqueza natural incluía
abundantes especies acuáticas, yacimientos de obsidiana cercanos y bosques de
robles, encinos pinos y mezquites en los cerros en las planicies y en las
tierras altas adyacentes. La cuenca del rió Lerma además surgió como una
importante ruta de comunicaciones este-oeste, de relativamente fácil transito y
sin obstáculos (Boehm de Lameira, 1988; Williams, 1996) de esa manera uniendo
al centro de México en el extremo oriente con el corazón de occidente, en un
sistema que puede verse completamente favorecido por la naturaleza.
Durante la pasada generación de estudios arqueológicos,
especialmente durante las décadas pasadas, se empezó a generar un
extraordinaria transformación sobre la imagen que se tenia del carácter y la
complejidad de las culturas prehispánicas del Bajío. En muchos sentidos, estos
cambios de percepción reflejan la misma serie de procesos que encontramos en
regiones vecinas especial mente en el occidente.
El Bajío ya no puede verse como una región marginal,
caracterizable en términos sociales simples como “región de frontera”,
influenciada principal mente desde el centro sino como a región multiednica que
influencio y desparramo su cultura y la de los demás desde aquí para todos
lados y en todo el tiempo.
Tomando en cuenta las nuevas consideraciones cronológicas
para las culturas a lo largo y ancho de la frontera norte, el abandono por los
grupos civilizados de gran parte de la región del Bajío ahora se relaciona con
el fin del mundo clásico en general (700-900 d.C.). En el contexto de lo que
obviamente fue un colapso en toda meso
América. Segura mente las condiciones del ecosistema variaron un poco y la
actividad volcánica manifiesta aun hoy en día en la zona como las condicione de
abundante agua que se tenían cambiaron y motivo a muchos grupos a buscar otras
alternativas como a las que se habían adaptado haciendo los migrar para todas
partes principalmente a los valles de México, Toluca, Cuernavaca, puebla y
Tlaxcala esto lo podemos fundamentar por las migraciones registradas por estos
tiempos en los códices y la tradición oral de muchos pueblos y como ejemplo
pongo el de la historia tolteca chichimeca, el de Xólotl, y la tira de la
peregrinación que registra una de las mas importantes en el contexto de la
historia y que es probable que se diera coincidente a las ultimas grandes
actividades de volcánicas de la zona y cumpliendo aquel conocido adagio que los
últimos serán los primeros.
Desde gran parte del Bajío se inicia una diáspora de
gente portadora de una gran tradición cultural que eventualmente impacta
fuertemente al occidente.
Durante el periodo
clásico, esta área había establecido una fuerte presencia en el Bajío, evidente
por muchos sitios en toda la zona que tienen edificios circulares típicos de la
tradición Teuchitlan (Weigand, 1993) durante el epiclasico el proceso párese
haberse revertido, al aparecer en abundancia en occidente los estilos de patio
hundido y de masivas plataformas propias del Bajío y del Lerma.
Como se menciona, siempre se había pensado que el Bajío
había adoptado sus patrones e inspiraciones culturales del centro de México.
Las investigaciones mas recientes han cuestionado seriamente esta suposición,
al indicar que hay tantas similitudes, si no es que mas, con el occidente como
con el centro de México. Y asta se especula con fuerte base historia que el
Bajío esta tierra del Aztlan-colhuacan-chicomoztoc influyo y determino el
altiplano y mucho mas.
La tradición del Bajío reciente mente definida por
Cárdenas (1997) constituye otro núcleo de civilización mesoamericana tan
innovador, creativo y expansivo, como cualquiera de sus vecinos y hasta mas. Su
localización regional clave, en un entorno circunscrito por núcleos de sistemas
sociales complejos igual de dinámicos,
pero también abiertos a los grupos norteños de guayares, panes, jonas, guachi
chiles, Zacatecas, etc. De las estepas norteñas que equivocadamente son
confundidos con los chichimecas. Esta idílica situación de pueblos, culturas,
etnias, y entorno le permitió al Bajío la opción de escoger y adaptar elementos
de una red intrincada de influencias e inspiraciones para construir algo
verdaderamente único espectacular y dinámico
el Aztlan.
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