Si te gustan conocer las leyendas de los lugares que visitas, es San Miguel de Allende hay grupos que te llevaran de la mano a conocerlas.
Aquí te de dejo una buena recomendación:
Leyendas San Miguel
Teléfono: 415 101 1191
Tienen un excelente recorrido, no te arrepentirás.
sábado, 24 de marzo de 2018
viernes, 23 de marzo de 2018
Leyendas de San Miguel de Allende – La Monja Agusanada
Josefa Lina de la Canal y Hervas nació en 1736, fue la primera hija de Don Manuel de la Canal (dueño de la Casa de la Canal) en San Miguel de Allende. Al crecer Josefa, fue evidente su devoción religiosa.
A sus 15 años mueren sus padre y heredó 70 mil pesos.
A su corta edad decidió ser religiosa y de construir un convento: El Convento de la Concepción, mejor conocido como ” Las Monjas” y hoy Centro Cultural Nigromante “Bellas Artes”.
El padre Felipe Neri de Alfaro la apoya, y le recomienda trasladarse al santuario de Atotonilco, para que definiera su decisión. Después de ocho días de encierro, firme aún en tomar los hábitos y volverse monja, toma su herencia y empieza la construcción del convento.
Se conviertió así en la fundadora del Real Convento de la Purísima Concepción en San Miguel. Desde los primeros momentos de la fundación del convento Josefa, trabajó mucho para sostener económicamente y espiritualmente su proyecto.
Se inauguró con el traslado de religiosas al nuevo edificio, el que aún no se terminaba. Faltaban torres, campanario y altares. Que luego se terminaron durante la primera mitad del siglo XIX. La cúpula también faltaba que fue obra del maestro albañil Zeferino Gutiérrez (quien construyó la Parroquia de San Miguel Arcángel, la iglesia principal de San Miguel). Se inspiró en la iglesia de los inválidos en París.
Días antes de su muerte empezó a toser gusanos. Los dolores de Josefa eran tan agudos, que se desmayaba. Los que la vieron dicen que de esos gusanos nacieron mariposas.
La monja murió a los 33 años, cinco años después de inaugurado el convento. Sus restos aún se conservan en el inmueble que la apasionó.
A sus 15 años mueren sus padre y heredó 70 mil pesos.
A su corta edad decidió ser religiosa y de construir un convento: El Convento de la Concepción, mejor conocido como ” Las Monjas” y hoy Centro Cultural Nigromante “Bellas Artes”.
El padre Felipe Neri de Alfaro la apoya, y le recomienda trasladarse al santuario de Atotonilco, para que definiera su decisión. Después de ocho días de encierro, firme aún en tomar los hábitos y volverse monja, toma su herencia y empieza la construcción del convento.
Se conviertió así en la fundadora del Real Convento de la Purísima Concepción en San Miguel. Desde los primeros momentos de la fundación del convento Josefa, trabajó mucho para sostener económicamente y espiritualmente su proyecto.
Se inauguró con el traslado de religiosas al nuevo edificio, el que aún no se terminaba. Faltaban torres, campanario y altares. Que luego se terminaron durante la primera mitad del siglo XIX. La cúpula también faltaba que fue obra del maestro albañil Zeferino Gutiérrez (quien construyó la Parroquia de San Miguel Arcángel, la iglesia principal de San Miguel). Se inspiró en la iglesia de los inválidos en París.
Días antes de su muerte empezó a toser gusanos. Los dolores de Josefa eran tan agudos, que se desmayaba. Los que la vieron dicen que de esos gusanos nacieron mariposas.
La monja murió a los 33 años, cinco años después de inaugurado el convento. Sus restos aún se conservan en el inmueble que la apasionó.
Leyendas de San Miguel de Allende – La Tapada Misteriosa
Cuenta una leyenda que en pleno siglo XX en este antiguo pueblo de San Miguel de Allende había una mujer que a causa de un enfriamiento, sufrió una severa deformación en su cara. A raíz de esta condición, la mujer cubría su rostro con un velo negro.
Una noche fría que la mujer regresaba a su casa, escuchó que tres hombres borrachos la comenzaban a seguir. Al darse cuenta de ello, la mujer se puso muy nerviosa y apresuró el paso.
Los borrachos apresuraron también el paso esperando una respuesta de la mujer. Suponían que era una bella dama.
-¡Óigame linda!
¡No se haga del rogar!
Cuando ya los tipos se encontraban demasiado cerca y estaban a punto de abrazarla, ella apresuró el paso acercándose a un poste que alumbraba la calle. Al sentir a uno de los borrachos muy cerca y temiendo ser víctima de groserías por parte de aquellos inconscientes, de repente se acordó de la leyenda de la Tapada Misteriosa. Como por arte de magia recobró la calma y se acordó también de su fealdad. Comenzó a reír con tremendas carcajadas y destapó su rostro deforme mostrándoselo a los borrachos. Al verla se pusieron verdes de miedo recobrando el juicio, llevándose el susto de su vida comenzaron a huir del lugar en todas direcciones y desaparecieron en cuestión de segundos. Desde entonces la leyenda de la Tapada Misteriosa revivió, convirtiéndose en un rumor que corrió por todo el pueblo. Se decía que en la calle de Correo, la Tapada Misteriosa esperaba a sus presas, (hombres que salían briagos de la cantinas), haciéndose pasar por una bella dama, para luego convertirse en un ser espeluznantemente feo y pegarles el susto de su vida.
Una noche fría que la mujer regresaba a su casa, escuchó que tres hombres borrachos la comenzaban a seguir. Al darse cuenta de ello, la mujer se puso muy nerviosa y apresuró el paso.
Los borrachos apresuraron también el paso esperando una respuesta de la mujer. Suponían que era una bella dama.
-¡Óigame linda!
¡No se haga del rogar!
Cuando ya los tipos se encontraban demasiado cerca y estaban a punto de abrazarla, ella apresuró el paso acercándose a un poste que alumbraba la calle. Al sentir a uno de los borrachos muy cerca y temiendo ser víctima de groserías por parte de aquellos inconscientes, de repente se acordó de la leyenda de la Tapada Misteriosa. Como por arte de magia recobró la calma y se acordó también de su fealdad. Comenzó a reír con tremendas carcajadas y destapó su rostro deforme mostrándoselo a los borrachos. Al verla se pusieron verdes de miedo recobrando el juicio, llevándose el susto de su vida comenzaron a huir del lugar en todas direcciones y desaparecieron en cuestión de segundos. Desde entonces la leyenda de la Tapada Misteriosa revivió, convirtiéndose en un rumor que corrió por todo el pueblo. Se decía que en la calle de Correo, la Tapada Misteriosa esperaba a sus presas, (hombres que salían briagos de la cantinas), haciéndose pasar por una bella dama, para luego convertirse en un ser espeluznantemente feo y pegarles el susto de su vida.
Leyenda de Brujas en San Miguel de Allende, Guanajuato
La leyenda de brujas en San Miguel de Allende, siempre ha sido muy sonada, y es uno de los secretos más grandes en San Miguel de Allende y se sabe que es muy practicado actualmente.
Cuando mi nana me acostaba para dormir y me decía que no me descobijara los pies porque iba a venir la bruja que chupa a los niños dejándolos sin sangre.
La leyenda dice que las brujas se sacaban los ojos y los escondía en las tibias cenizas del fogón, agarraba su escoba y a volar por San Miguel, buscando pies descobijados de niños. Se dice que ellas huelen la sangre de los niños y así los encuentra. Entran por la ventana y se acercan silenciosamente las camas. Comienza a chuparle la sangre desde los pies a veces hasta la muerte. Cuando el sol estaba por salir y no alcanzaban tomar toda la sangre, dejaban a los niños todos débiles y enfermos.
En la actualidad hay muchas personas que les llaman brujas o hechiceras de San Miguel haciendo rituales, hechizos y amarres. Sigue siendo muy sondado sus reuniones en las presas de San Miguel de Allende, las cuales son:
* Presa Ignacio Allende
* Presa las Colonias
* Presa del Obraje
Botica de San Miguel de Allende
Santa Teresita, antigua botica en San Miguel de Allende.
Las Farmacias, o boticas son establecimientos donde se hacen y venden medicinas. En nuestra bella cuidad se conserva una botica muy antigua con remedios como el famoso brebaje contra el espanto.
Desde hace mucho tiempo San Miguel ha sido un punto de producción muy importante, y algunas empresas han venido con mucho éxito. El 1864, en la cuidad de Guanajuato, el Dr. José Herrera inició su propia botica. Años después su hermano menor que era médico también, se queda con ella y la casa mas adelante; donde ahora es la panadería “La Colmena”.
Farmacia de Relox y Mesones Botica de San Miguel de Allende
Después la cambia a la esquina de Rejox y Mesones, en el edificio que era de Don Federico Silva. Don Eulalio y si esposa Angelita atendieron la botica. Les ofrecen quedarse con la botica y la casa; y acceden.
Botica suspendida en el Tiempo de San Miguel de Allende
Cuando uno entra a la Botica de San Miguel de Allende parece que viaja en el tiempo. En los mostradores hay estantes llenos de frascos de porcelana llamados, botamenes, que contenían los ingredientes de las formulas medicinas que sólo los boticarios conocen.
Ahora es la Sexta generación que atiende la Botica de San Miguel de Allende.
Invitamos a todos los turistas y estudiantes de San Miguel, que visiten esta máquina del tiempo y conozcan la cultura e historia de nuestra bella cuidad.
La Botica De Santa Teresita, que ha repartido los remedios homeopáticos económicos durante siglos.
Las Farmacias, o boticas son establecimientos donde se hacen y venden medicinas. En nuestra bella cuidad se conserva una botica muy antigua con remedios como el famoso brebaje contra el espanto.
Desde hace mucho tiempo San Miguel ha sido un punto de producción muy importante, y algunas empresas han venido con mucho éxito. El 1864, en la cuidad de Guanajuato, el Dr. José Herrera inició su propia botica. Años después su hermano menor que era médico también, se queda con ella y la casa mas adelante; donde ahora es la panadería “La Colmena”.
Farmacia de Relox y Mesones Botica de San Miguel de Allende
Después la cambia a la esquina de Rejox y Mesones, en el edificio que era de Don Federico Silva. Don Eulalio y si esposa Angelita atendieron la botica. Les ofrecen quedarse con la botica y la casa; y acceden.
Botica suspendida en el Tiempo de San Miguel de Allende
Cuando uno entra a la Botica de San Miguel de Allende parece que viaja en el tiempo. En los mostradores hay estantes llenos de frascos de porcelana llamados, botamenes, que contenían los ingredientes de las formulas medicinas que sólo los boticarios conocen.
Ahora es la Sexta generación que atiende la Botica de San Miguel de Allende.
Invitamos a todos los turistas y estudiantes de San Miguel, que visiten esta máquina del tiempo y conozcan la cultura e historia de nuestra bella cuidad.
La Botica De Santa Teresita, que ha repartido los remedios homeopáticos económicos durante siglos.
miércoles, 21 de marzo de 2018
San Miguel de Leyendas
Por Eva Luz Villalón Turrubiates
En Octubre, en que esperamos la ancestral visita de nuestros muertos, resurgen las leyendas en el pueblo. El escritor y folclorista español José Calles Vales define la leyenda como una producción tradicional, con una base histórica, pero cuyo argumento es necesariamente maravilloso o ficticio y su vocación poética y emocional. El poeta José María Merino dice que las leyendas ofrecen una memoria soñada en la que se conservan sombras y signos sin los que la historia no se podría entender del todo.
San Miguel es un pueblo de leyendas. Sus casonas, muros, calles y callejones nos hablan de su pasado legendario. Y no hay mejor tiempo para recordar esas historias que los días de otoño con su aire frío, las ramas desnudas de los árboles, las hojas secas y las lunas de la cosecha.
Las festividades del Día de Muertos inician el 31 de octubre con el Día de los Abrojos, es decir, de los niños que morían en el seno materno y no alcanzaban a nacer. El 1 de noviembre se recuerda a los niños que habían muerto tras su nacimiento y el día 2 a los fieles difuntos, día en el que todos en San Miguel vestían de luto.
El cronista sanmiguelense Félix Luna nos cuenta que en el pueblo se encendían hogueras para que las ánimas reconocieran el lugar en el que se les espera y entraran a disfrutar de su ofrenda. Como veían cansadas del camino, se les ponían jarritos de agua. También se encendían velas, se quemaba copal, se colocaba pan, fruta y comida y, si se tenía la posibilidad, hasta “se echaban cohetes, para que el ánima supiera dónde bajarse”.
La costumbre de ir a los panteones es muy arraigada. El primer panteón estuvo en el atrio de la Parroquia, pero después se construyó el hospital de San Juan de Dios con su panteón a un lado, del que sobrevive un pequeño lote. La mayor parte de las tumbas quedaron en lo que ahora es el DIF. Muchos años después vendría el Panteón de Guadalupe.
Don Félix Luna también contaba de la tradición del alfeñique, costumbre española heredada de los árabes. Además, se acostumbraba hacer figuritas de difuntos con una masa de elotes tiernos endulzada con miel y decorada con semillas. Estas figuras fueron sustituidas por el pan de muertos.
Caminando por San Miguel uno no puede menos que preguntarse cuál será la historia detrás de los nombres de algunas de sus calles, por ejemplo, del Callejón de las Ánimas. Pero son esas leyendas de los barrios, calles y plazas las que le dan sabor y color al pueblo. Mientras se camina por las callejuelas decoradas con papel picado y percibe la fragancia de los cempasúchiles, se puede entender por qué los fantasmas no han ido del todo del lugar en donde pasaron su vida. Nuestros fantasmas son los recuerdos del pasado de nuestro pueblo y quizás es por eso que nosotros tampoco los dejamos ir.
Y nos seguimos fascinando con esas historias que nos cuentan que en algún lugar de Los Picachos hay una cueva encantada y que dentro se encuentra otro San Miguel suspendido en el tiempo. Los pobladores de la región cuentan que por las noches se escuchan sonidos de una celebración: música, cantos, tamborazos, chirimías, cohetes y gran algarabía. Pero cuando un curioso quiere unirse a esa Boda Encantada, la música se va moviendo de lugar y el curioso jamás la alcanza, por más que la siga. A veces terminan llegando a la Cueva Encantada y cuentan que algunos curiosos que se han aventurado a entrar siguiendo a la procesión jamás han salido.
No son pocos los vecinos de la Cañada de los Aguacates que atestiguan haber visto una procesión de ánimas que bajan desde el Valle del Maíz y se dirigen al templo de la Cruz del Chorro, uno de los más antiguos de la ciudad.
En el Charco del Ingenio tenemos la leyenda de un espíritu travieso que habita en las profundidades de su manantial y que aparece tomando la forma del animal que desee. Es el Chan, guardián de las aguas y hay que mantenerlo contento, de lo contrario puede hacernos travesuras o, en el peor de los casos, llevarnos a las profundidades del foso. La gente del cerro de las Tres Cruces cuenta que allá también hay un Chan en su manantial que pone un plato de fruta flotando en el agua para jalar a la gente.
Y de las profundidades del Charco nos llega una de las leyendas más famosas, registrada por el escritor Leobino Zavala en su libro “Tradiciones y Leyendas Sanmiguelenses” con el título de la Leyenda del Descabezado. Ahí, en verso, nos cuenta que, en la quietud de las noches de luna llena, cuando las campanas de la Parroquia dan las doce, al sonido de la última campanada se escuchan los cascos de un caballo contra el empedrado de las calles.
Es el alma de un jinete que sale desde el Charco del Ingenio, baja por la Presa del Obraje, toma la Calzada de la Presa, cruza el puente de Umarán, recorre la Plazuela del Fresno para tomar por el Callejón del Colegio, pasa por el templo de la Salud, el Oratorio, la Casa de Loreto y sigue por la calle Santa Ana (ahora Insurgentes) y se pierde a lo lejos por el rumbo del cementerio de San Juan de Dios.
Le llaman El Descabezado y cuentan que quien lo ve se queda ciego, por lo que hay que cerrar los ojos y taparse los oídos si se tiene la mala suerte de toparse con él. Cabalga en un corcel negro que saca chispas del empedrado a su galope.
Dicen que es el fantasma de un noble señor que trataba muy mal a los empleados que tenía en un obraje cercano al Charco y que un día fue encontrado muerto y decapitado. Desde entonces comenzó a aparecerse galopando por el pueblo quizás buscando su expiación.
¿Explicarlo? – Dijo Carlos Fuentes. – No, creerlo nada más. México no se explica; sólo se cree, con furia y con pasión.
En Octubre, en que esperamos la ancestral visita de nuestros muertos, resurgen las leyendas en el pueblo. El escritor y folclorista español José Calles Vales define la leyenda como una producción tradicional, con una base histórica, pero cuyo argumento es necesariamente maravilloso o ficticio y su vocación poética y emocional. El poeta José María Merino dice que las leyendas ofrecen una memoria soñada en la que se conservan sombras y signos sin los que la historia no se podría entender del todo.
San Miguel es un pueblo de leyendas. Sus casonas, muros, calles y callejones nos hablan de su pasado legendario. Y no hay mejor tiempo para recordar esas historias que los días de otoño con su aire frío, las ramas desnudas de los árboles, las hojas secas y las lunas de la cosecha.
Las festividades del Día de Muertos inician el 31 de octubre con el Día de los Abrojos, es decir, de los niños que morían en el seno materno y no alcanzaban a nacer. El 1 de noviembre se recuerda a los niños que habían muerto tras su nacimiento y el día 2 a los fieles difuntos, día en el que todos en San Miguel vestían de luto.
El cronista sanmiguelense Félix Luna nos cuenta que en el pueblo se encendían hogueras para que las ánimas reconocieran el lugar en el que se les espera y entraran a disfrutar de su ofrenda. Como veían cansadas del camino, se les ponían jarritos de agua. También se encendían velas, se quemaba copal, se colocaba pan, fruta y comida y, si se tenía la posibilidad, hasta “se echaban cohetes, para que el ánima supiera dónde bajarse”.
La costumbre de ir a los panteones es muy arraigada. El primer panteón estuvo en el atrio de la Parroquia, pero después se construyó el hospital de San Juan de Dios con su panteón a un lado, del que sobrevive un pequeño lote. La mayor parte de las tumbas quedaron en lo que ahora es el DIF. Muchos años después vendría el Panteón de Guadalupe.
Don Félix Luna también contaba de la tradición del alfeñique, costumbre española heredada de los árabes. Además, se acostumbraba hacer figuritas de difuntos con una masa de elotes tiernos endulzada con miel y decorada con semillas. Estas figuras fueron sustituidas por el pan de muertos.
Caminando por San Miguel uno no puede menos que preguntarse cuál será la historia detrás de los nombres de algunas de sus calles, por ejemplo, del Callejón de las Ánimas. Pero son esas leyendas de los barrios, calles y plazas las que le dan sabor y color al pueblo. Mientras se camina por las callejuelas decoradas con papel picado y percibe la fragancia de los cempasúchiles, se puede entender por qué los fantasmas no han ido del todo del lugar en donde pasaron su vida. Nuestros fantasmas son los recuerdos del pasado de nuestro pueblo y quizás es por eso que nosotros tampoco los dejamos ir.
Y nos seguimos fascinando con esas historias que nos cuentan que en algún lugar de Los Picachos hay una cueva encantada y que dentro se encuentra otro San Miguel suspendido en el tiempo. Los pobladores de la región cuentan que por las noches se escuchan sonidos de una celebración: música, cantos, tamborazos, chirimías, cohetes y gran algarabía. Pero cuando un curioso quiere unirse a esa Boda Encantada, la música se va moviendo de lugar y el curioso jamás la alcanza, por más que la siga. A veces terminan llegando a la Cueva Encantada y cuentan que algunos curiosos que se han aventurado a entrar siguiendo a la procesión jamás han salido.
No son pocos los vecinos de la Cañada de los Aguacates que atestiguan haber visto una procesión de ánimas que bajan desde el Valle del Maíz y se dirigen al templo de la Cruz del Chorro, uno de los más antiguos de la ciudad.
En el Charco del Ingenio tenemos la leyenda de un espíritu travieso que habita en las profundidades de su manantial y que aparece tomando la forma del animal que desee. Es el Chan, guardián de las aguas y hay que mantenerlo contento, de lo contrario puede hacernos travesuras o, en el peor de los casos, llevarnos a las profundidades del foso. La gente del cerro de las Tres Cruces cuenta que allá también hay un Chan en su manantial que pone un plato de fruta flotando en el agua para jalar a la gente.
Y de las profundidades del Charco nos llega una de las leyendas más famosas, registrada por el escritor Leobino Zavala en su libro “Tradiciones y Leyendas Sanmiguelenses” con el título de la Leyenda del Descabezado. Ahí, en verso, nos cuenta que, en la quietud de las noches de luna llena, cuando las campanas de la Parroquia dan las doce, al sonido de la última campanada se escuchan los cascos de un caballo contra el empedrado de las calles.
Es el alma de un jinete que sale desde el Charco del Ingenio, baja por la Presa del Obraje, toma la Calzada de la Presa, cruza el puente de Umarán, recorre la Plazuela del Fresno para tomar por el Callejón del Colegio, pasa por el templo de la Salud, el Oratorio, la Casa de Loreto y sigue por la calle Santa Ana (ahora Insurgentes) y se pierde a lo lejos por el rumbo del cementerio de San Juan de Dios.
Le llaman El Descabezado y cuentan que quien lo ve se queda ciego, por lo que hay que cerrar los ojos y taparse los oídos si se tiene la mala suerte de toparse con él. Cabalga en un corcel negro que saca chispas del empedrado a su galope.
Dicen que es el fantasma de un noble señor que trataba muy mal a los empleados que tenía en un obraje cercano al Charco y que un día fue encontrado muerto y decapitado. Desde entonces comenzó a aparecerse galopando por el pueblo quizás buscando su expiación.
¿Explicarlo? – Dijo Carlos Fuentes. – No, creerlo nada más. México no se explica; sólo se cree, con furia y con pasión.
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