martes, 1 de mayo de 2018

Hacienda de Ciénega de Mata

La Hacienda de Ciénega de Mata de los Rincón Gallardo, se encuentra en el mero norte de Jalisco cerca de Ojuelos.



El caso es que dicen -y como todo en la historia, habrá que tratarlo con sus serias reservas- que allá cuando Hernán Cortés se dedicaba a adjudicar cuantas tierras pisaba, le otorgó -como si fueran suyas- al Marqués de Guadalupe Don José María Rincón Gallardo, en recompensa por los servicios prestados, “la Merced de las tierras” de los alrededores de Ojuelos, con la aprobación del Papa Alejandro VI  (?). Y dada la “cristianísima” actitud de Don José María, se le dotó de la friolera de unos 400 sitios (?) de labranza y pastoreo -casi del tamaño de alguno de los estados actuales- constituyéndose así el feudo de Ciénega de Mata, de los Rincón de Ortega, y más tarde Rincón Gallardo.



Una gran parte de la Historia de México, está todavía ahí acurrucada en la Hacienda de Ciénega de Mata, a unos cuantos kilómetros de Ojuelos, en la carretera que va rumbo a Aguascalientes. Es una belleza histórica y  pueblerina que no la deben de perder.



Orígenes
En la búsqueda de los orígenes de la familia Rincón Gallardo nos podemos remontar hasta principios del siglo XVII. Allá por 1601 localizamos a la rama de los Ortega en algunas mercedes que recibió por las Chinampas y por Peñuelas don Pedro Matheos de Ortega. La otra, la de los Rincón procedentes de la capital del reino, aparece cuando don Francisco Rincón se casó con doña María de Ortega, hija de don Pedro Matheos. De esta unión nacieron dos varones: Pedro y Agustín. Uno se consagró a la Iglesia: entró en 1620 al convento de los mercedarios como novicio, aunque después abandonó el claustro y entró al clero secular. El otro, Agustín, se consagró al gobierno: fue alcalde mayor de Aguascalientes y después corregidor de Zacatecas, y aunque se casó con doña Leonor Caballero, no dejó descendencia. Aquí se habría acabado la familia Rincón de Ortega, si no hubiera sido porque tenían un medio hermano de padre, don Juan Rincón de Vivar, a quien tocó la herencia de sus dos medios hermanos. ¿Pero qué heredó? El abuelo don Pedro Matheos de Ortega empezó a acumular mercedes de tierras: el 20 de febrero de 1601 recibió una merced en las Peñuelas, tres días después recibió otra en la Cañada de las Chinampas. Pasados cuatro años obtuvo permiso de regar sus labores de trigo, construir un molino de pan y fabricar un ingenio de beneficio de sacar plata en el puesto de Chinampas. Treinta años después sus nietos don Agustín y don Pedro fueron quienes compraron y mercedaron tierras en las jurisdicciones de San Miguel el Grande, Lagos, San Felipe, Aguascalientes, Pinos... Para 1652 sus propiedades deben de haber sido ya considerables, porque en este año don Agustín se comprometió a pagar 800 pesos por año, del diezmo de sus haciendas. El empeño de los Rincón de Ortega es notable: compran tierras, venden ganados, administran diezmos, patrocinan obras de beneficencia, compran esclavos, obtienen crédito. Desempeñan cargos públicos: como alcaldes mayores, justicias, miembros del ayuntamiento. O como autoridades religiosas, ya que el licenciado don Pedro fue cura beneficiado de Aguascalientes desde 1650 hasta su muerte. ¡Cuánta actividad! ¿Qué afán de acumular riquezas, para dejarlas después a la Iglesia? ¿Para qué fundar un mayorazgo cuando ninguno de los dos dejó herederos directos? Móviles de la época. Quizás incomprensibles para nosotros, pero no por eso menos valiosos.





Un primer empeño se les frustró a don Agustín y a don Pedro, de fundar un convento de padres carmelitas en la villa. Ya se habían empezado los cimientos del edificio que los había de alojar y 280 vigas y 300 morillos se habían contratado, cuando llegó una orden superior según la cual se negaba su instalación. Tanto esfuerzo no podía perderse: si no se dejaba a los carmelitas, que se permitiese venir a los franciscanos. Y todo su esfuerzo lo invirtieron en conseguirlo. El cura Rincón de Ortega, al morir su hermano Agustín, tomó para sí toda la responsabilidad. Pidió prestado para continuar la construcción del convento y separó parte de sus bienes para dotar la obra de los franciscanos.




Casi al mismo tiempo don Pedro Rincón de Ortega emprendió otra tarea: fundar un mayorazgo. En 1657, durante una de sus estancias en la ciudad de México, se presentó ante el notario para dictar su testamento y precisar las condiciones de fundación del vínculo de mayorazgo. El primer mayorazgo sería su hermano el capitán don Juan Rincón de Vivar y después lo heredarían sus descendientes. El vínculo se compondría de la extensión de tierra que valiera 60 000 pesos. Con este acto notarial se sentaron las bases legales que permitieron a los primogénitos de la familia Rincón de Ortega poseer indiviso durante dos siglos el latifundio de Ciénega de Mata. Pero la familia Rincón Gallardo, nombre que se adoptó cuando a falta de heredero hombre se hizo la transmisión a los hijos del matrimonio de doña Juana Rincón de Ortega con don Nicolás Gallardo, tuvo otros significados para la historia de Aguascalientes, aparejados al de gran latifundista. Durante generaciones fue la familia más importante en la región y su peso procedió no nada más de su poderío económico, sino de su actitud señorial. Adoptaron y se les reconoció una preeminencia nobiliaria, aunque el título no lo obtuvieron sino hasta 1810. Para obtener y conservar el lugar que ocuparon en la sociedad neogallega, contó mucho su presencia en la región, nunca se les consideró propietarios ausentistas. También fue determinante su actitud solidaria y paternalista con los habitantes de la zona: siempre estuvieron dispuestos a cooperar en las obras de beneficencia que se les solicitó, y en los tiempos de hambre y enfermedad no cerraron sus puertas a los desprotegidos. Guardaron al mismo tiempo la distancia necesaria para ser considerados diferentes, y hasta superiores: siguieron una estricta política matrimonial, no se casaron sino con sus iguales y se prefirió el celibato a un matrimonio degradante.



No se interesaron en obtener empleos o puestos en el gobierno, y cuando accedieron a ocupar algún cargo fue para cumplir con un deber, no para obtener un beneficio.

No todo fue fácil para los Rincón Gallardo. Al morir don Juan Rincón de Vivar dejó el vínculo tan gravado, que tuvo un concurso de acreedores. Su yerno don Nicolás Gallardo tuvo que hacer gala de eficiencia administrativa para sacarlo adelante. Pocos años después, su hijo Joseph —primer mayorazgo que llevó el apellido Rincón Gallardo— consolidó sus propiedades, al medir y componer las demasías que sus títulos no amparaban. Para obtener este beneficio dio al rey 1 900 pesos. El mes de abril de 1683, acompañado del escribano real don Diego de Galarreta, recorrió en carroza las propiedades del vínculo. Casi dos meses les llevó visitar todas las propiedades. El 10 de mayo partieron de la hacienda principal, que era la de Ciénega de Mata. El 28 de ese mes andaban por la hacienda del Tecuán y la de Encinillas.

El 9 de junio anduvieron por Ojo de Palacios, la hacienda de Los Remedios y los sitios de El Carrizal y Salitrillo, todo en la jurisdicción de San Felipe. El 11 recorrieron el puesto de Matanzas y el 14 llegaron a Aguascalientes, donde el mayorazgo tomó posesión de la hacienda de Peñuelas y entró a la sala, a la capilla y al cementerio. En Aguascalientes presentó los títulos de los sitios de Jonacatique, Morcinique, Horcones, San Nicolás de Chicalote, Cañada Honda, y el puesto Jaltomate. El 16 de junio llegaron a Chinampas.



Otro momento crítico se presentó en 1727 al presentarse la sucesión: la familia se encontró con que el primogénito era una mujer y reclamaba para ella el mayorazgo. Durante varios años estuvo el caso en litigio, hasta que el Consejo de Indias decidió que era la rama masculina la que tenía derecho a heredar el título. Mientras esto se dictaminaba, la administración de los bienes quedó en poder de doña María Teresa Rincón Gallardo y de su esposo don Miguel de Arteaga. Este pleito enseñó a la familia Rincón Gallardo los cuidados que debía tener al presentarse las sucesiones y nunca más tuvieron un conflicto de este tipo. Para evitarlo cuidaron siempre de dejar en herencia parte de los bienes que no estaban comprometidos, para los otros hijos, los que no tenían derecho sobre el mayorazgo.



lunes, 16 de abril de 2018

Cronista de San Miguel de Allende.

Les recomiendo la siguiente pagina del Cronista Luis Felipe Rodriguez Palacios.

Donde encontraran las historias y tradiciones que llenan a San Miguel de Allende


http://cronistasanmigueldeallende.blogspot.mx/






lunes, 2 de abril de 2018

Mineral de Pozos


Un Lugar congelado en el tiempo donde las historias de sus minas y Ex-Haciendas contadas por sus pobladores llenan nuestra imaginación para vivir por un momento en el pasado de este mágico lugar.

En medio del semidesierto, con un paisaje cubierto de mezquites y cardones, es un pueblo que revive como el ave legendaria pues este encantador lugar ha vuelto a renacer después de haber sido abandonado por su población en dos ocasiones a lo largo de su historia.















Mineral de Pozos se encuentra a 57 Kms de San Miguel de Allende (a 54 minutos aproximadamente en auto),








Durante la época prehispánica la región estuvo dominada por tribus Chichimecas, Huachichiles, Copuces, Guaxabanes y Pames.

En el año de 1576, algunos Jesuitas españoles llegaron a la zona Noreste del estado con el fin de evangelizar, al lugar le llamaron el Palmar de Vega.

Don Luis de Velazco (hijo), VIII virrey de España, comisionó en 1590 al misionero de la orden de Jesús, Gonzalo de Tapia para congregar a la gente de San Luis de la Paz.

El trato justo que ofreció a los habitantes y la facilidad para hablar su lenguaje y compartir sus costumbres (Chichimecas y Otomíes), convenció a los nativos para negociar los términos de paz, con el fin de asegurar las conquistas y fundaciones llevadas a cabo por sus antecesores.


Los Jesuitas les enseñaron a las tribus procesos europeos para la extracción del mineral, así como sus beneficios; de esta enseñanza aún existen hornos que datan de 1595. Para entonces la comunidad cambió su nombre por San Pedro, patrono de los mineros traídos de varios grupos étnicos.

Posteriormente se cambió de nombre a Pozos por la gran cantidad de excavaciones para extraer el metal de oro y plata principalmente, se le agregó el de "Real" para amparar la explotación.

 

En 1810 los Jesuitas fueron expulsados por los Chichimecas, así que la producción mermó aunque no en su totalidad. El trabajo en la mina disminuyó, hubo carencia de azogue, hierro y demás elementos indispensables para el laboreo y beneficio, así como el retiro de capitales.

Posteriormente la fama de Pozos y su producción se aceleró de 1880 a 1888. Durante estos años se formaron numerosas compañías que explotaban las minas abundantemente. El lugar además de agradable era muy rico en yacimientos de diversos minerales como Oro, plata, mercurio, manganeso, plomo, estaño y cobre, por lo que de inmediato comenzaron los asentamientos humanos cerca de pequeños manantiales, constituyéndose en el pueblo actual.

El poblado registraba un crecimiento significativo en las actividades comerciales, contaba con hospedaje, puestos de comida, bares e inclusive un teatro. Estimulados por el desarrollo del lugar, llegaron inmigrantes de Francia, España, Italia, Inglaterra y Estados Unidos; así como trabajadores de Guanajuato, Zacatecas, Estado de México e Hidalgo.

Las grandes contribuciones para el municipio se invirtieron principalmente en educación y bienestar social, cabe resaltar que Mineral de Pozos llego a ocupar el cuarto lugar entre las 45 municipalidades del estado.

El máximo esplendor de Mineral de Pozos se logró durante el gobierno de Don Porfirio Díaz, período durante el cual cambió su nombre a Ciudad Porfirio Díaz.

En ese entonces contaba con casi 80,000 habitantes, se edificaron grandes construcciones, se integraron vías de comunicación como la red ferroviaria nacional, el telégrafo y el teléfono; además se instaló servicio eléctrico y las compañías mineras cambiaron sus maquinarias, movidas con vapor, por las de energía eléctrica.


A la caída del gobierno porfirista comienza el segundo período de decadencia del cual ya no se recuperaría. La crisis se hizo más aguda en el año de 1926, en parte por la inestabilidad del movimiento Cristero y por otra la depresión internacional, lo que provocó la caída de los precios de los metales y el consecuente retiro de los últimos capitales fuertes.


La gente entonces comenzó a salir de Mineral en busca de empleo, se desmanteló y se vendió toda la infraestructura a las minas de Pachuca, llevando el pueblo a un completo abandono.
Se calcula que por los años 50 menos de 200 personas vivían en el lugar.

sábado, 24 de marzo de 2018

Recorridos en San Miguel de Allende.

Si te gustan conocer las leyendas de los lugares que visitas, es San Miguel de Allende hay grupos que te llevaran de la mano a conocerlas.

Aquí te de dejo una buena recomendación:

Leyendas San Miguel
Teléfono: 415 101 1191


Tienen un excelente recorrido, no te arrepentirás.




viernes, 23 de marzo de 2018

Leyendas de San Miguel de Allende – La Monja Agusanada

Josefa Lina de la Canal y Hervas nació en 1736, fue la primera hija de Don Manuel de la Canal (dueño de la Casa de la Canal) en San Miguel de Allende. Al crecer Josefa, fue evidente su devoción religiosa.

A sus 15 años mueren sus padre y heredó 70 mil pesos.

A su corta edad decidió ser religiosa y de construir un convento: El Convento de la Concepción, mejor conocido como ” Las Monjas” y hoy Centro Cultural Nigromante “Bellas Artes”.

El padre Felipe Neri de Alfaro la apoya, y le recomienda trasladarse al santuario de Atotonilco, para que definiera su decisión. Después de ocho días de encierro, firme aún en tomar los hábitos y volverse monja, toma su herencia y empieza la construcción del convento.

Se conviertió así en la fundadora del Real Convento de la Purísima Concepción en San Miguel. Desde los primeros momentos de la fundación del convento Josefa, trabajó mucho para sostener económicamente y espiritualmente su proyecto.

Se inauguró con el traslado de religiosas al nuevo edificio, el que aún no se terminaba. Faltaban torres, campanario y altares. Que luego se terminaron durante la primera mitad del siglo XIX. La cúpula también faltaba que fue obra del maestro albañil Zeferino Gutiérrez (quien construyó la Parroquia de San Miguel Arcángel, la iglesia principal de San Miguel). Se inspiró en la iglesia de los inválidos en París.

Días antes de su muerte empezó a toser gusanos. Los dolores de Josefa eran tan agudos, que se desmayaba. Los que la vieron dicen que de esos gusanos nacieron mariposas.

La monja murió a los 33 años, cinco años después de inaugurado el convento. Sus restos aún se conservan en el inmueble que la apasionó. 

Leyendas de San Miguel de Allende – La Tapada Misteriosa

Cuenta una leyenda que en pleno siglo XX en este antiguo pueblo de San Miguel de Allende había una mujer que a causa de un enfriamiento, sufrió una severa deformación en su cara. A raíz de esta condición, la mujer cubría su rostro con un velo negro.

Una noche fría que la mujer regresaba a su casa, escuchó que tres hombres borrachos la comenzaban a seguir. Al darse cuenta de ello, la mujer se puso muy nerviosa y apresuró el paso.

Los borrachos apresuraron también el paso esperando una respuesta de la mujer. Suponían que era una bella dama.

-¡Óigame linda!

¡No se haga del rogar!

Cuando ya los tipos se encontraban demasiado cerca y estaban a punto de abrazarla, ella apresuró el paso  acercándose a un poste que alumbraba la calle. Al sentir a uno de los borrachos muy cerca y temiendo ser víctima de groserías por parte de aquellos inconscientes, de repente se acordó de la leyenda de la Tapada Misteriosa. Como por arte de magia recobró la calma y se acordó también de su fealdad. Comenzó a reír con tremendas carcajadas y destapó su rostro deforme mostrándoselo a los borrachos. Al verla se pusieron verdes de miedo recobrando el juicio, llevándose el susto de su vida comenzaron a huir del lugar en todas direcciones y desaparecieron en cuestión de segundos. Desde entonces la leyenda de la Tapada Misteriosa revivió, convirtiéndose en un rumor que corrió por todo el pueblo. Se decía que en la calle de Correo, la Tapada Misteriosa esperaba a sus presas, (hombres que salían briagos de la cantinas), haciéndose pasar por una bella dama, para luego convertirse en un ser espeluznantemente feo y pegarles el susto de su vida.

Leyenda de Brujas en San Miguel de Allende, Guanajuato


La leyenda de brujas en San Miguel de Allende, siempre ha sido muy sonada, y es uno de los secretos más grandes en San Miguel de Allende y se sabe que es muy practicado actualmente. 
Cuando mi nana me acostaba para dormir y me decía que no me descobijara los pies porque iba a venir la bruja que chupa a los niños dejándolos sin sangre.

La leyenda dice que las brujas se sacaban los ojos y los escondía en las tibias cenizas del fogón, agarraba su escoba y a volar por San Miguel, buscando pies descobijados de niños. Se dice que ellas huelen la sangre de los niños y así los encuentra. Entran por la ventana y se acercan silenciosamente las camas. Comienza a chuparle la sangre desde los pies a veces hasta la muerte. Cuando el sol estaba por salir y no alcanzaban tomar toda la sangre, dejaban a los niños todos débiles y enfermos.

En la actualidad hay muchas personas que les llaman brujas o hechiceras de San Miguel haciendo rituales, hechizos y amarres. Sigue siendo muy sondado sus reuniones en las presas de San Miguel de Allende, las cuales son:

* Presa Ignacio Allende
* Presa las Colonias
* Presa del Obraje