Las sesiones de lluvia de ideas pueden repetirse una y otra vez sin lograr los resultados esperados. Presentamos seis consejos para alcanzar su potencial
Por
George Webster.
1. No pienses fuera de los límites
(CNN) — Es una escena conocida: El jefe llama a una sesión de lluvia de ideas y todo el mundo obedientemente arrastra los pies para entrar en la sala de juntas, mirar el pizarrón blanco en intentar aportar nuevas ideas.
¿El resultado? Un puñado de participantes monopoliza la conversación, otros contribuyen ocasionalmente, mientras el resto permanece sentado esperando regresar a trabajar.
Así que, ¿cómo transformar una ligera ducha de ideas en una lluvia completa?
Si la organización para la que trabajas tiene recursos limitados y políticas fijas, entonces pensar outside the box (fuera de la caja) no es útil, porque terminarás con un montón de ideas que no podrás implementar.
"En lugar de pensar fuera de los límites, deberías pensar dentro de un cerco cuidadosamente elaborado con la suficiente estructura como para ayudar a guiar tu pensamiento sin restringirlo demasiado", sugiere Coyne.
Al mismo tiempo, Brian Clegg, director de Creativity Unleashed, una firma de consultoría que ayuda a los negocios a aplicar métodos de pensamiento creativo, advierte sobre la sofocante creatividad artificial: "Es más fácil hacer práctica una idea fascinante que hacer fascinante una idea práctica pero aburrida".
2. Formula las preguntas correctas
(Cortesía SXC)
¿Cómo lograr el equilibrio entre ideas pragmáticas e imaginativas? La clave puede estar en formular la mejor pregunta.
"Si hablas con los ganadores de los premios Nobel sobre cómo se les ocurrió su brillante idea, a menudo te dicen que fue fácil después de descubrir la pregunta, lo cual es la parte realmente difícil", dice el especialista Coyne.
Una de las preguntas más frecuentes y contraproducentes en los negocios es, "¿cómo podemos aumentar las utilidades?".
"Lo preguntaste millones de veces, así que no debe sorprenderte obtener las mismas viejas ideas. Debes obligarte a pensar más, con más rigor, y verlo desde diferentes ángulos", dice.
Por ejemplo, Coyne dice que podrías preguntarte cuál es el problema más grande para un cliente cuando usa tu producto, o qué usos poco comunes le dan tus clientes a tu producto. "No tiene que relacionarse directamente con el negocio, sino que es una manera útil para hacer que la gente empiece a dejar sus patrones normales de pensamiento".
3. Reduce y divide en más grupos
(Getty Images) "A la sesión típica le falta enfoque y estructura", dice Shawn Coyne, coautor de Brainsteering: A Better approach to breakthrough ideas. (Dirigir al cerebro: Un mejor enfoque para conseguir ideas novedosas).
Si ya estableciste los parámetros para la sesión de la lluvia de ideas y seleccionaste cuidadosamente las preguntas que deben contestarse, no las formules al aire para que el grupo la discuta.
"Si hay 20 personas en la sala, tendrás a 3 personas hablando muy alto y a las otras 17 sin decir nada", advierte Coyne.
El autor y consultor de negocios dice que es mejor dividirlo en pequeños grupos de entre tres y cinco miembros.
"En nuestra investigación se muestra que estos son los números óptimos. Si sólo son 2, entonces uno terminará dominando. Si son seis o siete, surgirán los patrones naturales de conversación y el grupo subconscientemente se dividirá en dos subgrupos".
4. Haz una preselección
(Cortesía SXC)
Al elegir los subgrupos, es importante aislar a las personas "demoledoras de ideas" en su propia isla. Estas personas son quienes de una manera o de otra inhiben a los demás para hacer sugerencias.
Este tipo de personas vienen en tres formas: los habladores, quienes se acaban el aire de las personas menos comunicativas; los "expertos en el tema a debatir", quienes intimidan a los demás con su supuesto conocimiento superior, y los jefes, que pueden intimidar tan solo con su presencia en la sala.
Coyne dice que no hay nada de malo en elegir personalmente a los participantes de la lluvia de ideas basado simplemente en quién está mejor posicionado para contestar la pregunta.
"Si tiene más experiencia con el tema, trae al recepcionista, al vendedor o a los camioneros al salón, en lugar de invitar a los que tienen el puesto más impresionante".
5. Permanece enfocado
(Getty Images) Recuerda: tu grupo conoce la lluvia de ideas convencional, en donde las ideas en vienen en grandes cantidades y rápidamente, pero a menudo son superficiales, dice Coyne.
"En una sesión de dos horas, aliéntalos para que sus grupos se enfoquen en una sola pregunta durante media hora", dice. "Es bueno recordar que durante los primeros cinco minutos, la mayoría de las ideas son bastante mediocres y sólo después de abrirse camino y realmente explorar una idea te das cuenta de su potencial".
Con este espíritu, Manketelow recomienda que cada participante escriba su idea inicial en una hoja de papel y después lo pase a un colega, para que profundizar y desarrollar (la idea)".
"Independientemente del enfoque que tomes —dice—, es importante permitir que todas las ideas respiren y nunca debes ser demasiado negativo con la sugerencia (de otro colega). Al principio algunas (ideas) podrán sonar tontas, pero con un poco de mejoras, a menudo resultan ser las más fascinantes".
6. Haz grandes promesas y cúmplelas
(Getty Images) El organizador del grupo debe dejar claro que al menos una de las ideas que surja de la discusión tendrá resultados concretos, insiste Coyne. "Ahora todo el mundo sabe que juegan con algo verdadero y eso realmente enfoca el pensamiento", explica.
La misma persona debe mantener el ímpetu al dar seguimiento a la lluvia de ideas; mostrar su selección de ideas y explicar el motivo. "Los participantes cuyas ideas se eligieron se emocionarán. Quienes no fueron elegidos lo entenderán y en el futuro vendrán con sugerencias más en línea con el objetivo".
Para Brian Clegg, las empresas sólo aprovechan una fracción del potencial de una sesión de lluvia de ideas. "Es parecido a tener el último teléfono inteligente y usarlo sólo para hacer llamadas".
Recomienda usar la lluvia de ideas no sólo para generar nuevas ideas, sino para definir cómo hacerlas realidad. "Es fácil emocionarse demasiado con una idea brillante, pero para que se convierta en realidad necesita ser aprobada", dice. "Vale la pena pasar algo (del tiempo) de la sesión averiguando cómo vas a presentarla a los jefes".