La ciudad necesitaba que el tren pasara ya por aquí, pues esto
serviría mucho para el comercio, transporte y comunicación;
se hicieron los proyectos de estación y ya que se escogió
una, el gobernador Ramón Corona, que siempre se inclinó a
la idea que la estación ocupara un punto céntrico, fijaron
sus ojos a los terrenos situados a la espalda del destruido monasterio
de San Francisco (por el lado sur). Esta superficie hasta el Agua Azul,
la ocupaban la huerta de los Colegiales, varios corrales, parcelas y algunas
casas muy humildes. Se les indemnizó a los propietarios de esas
casas y se levantó la estación después de tumbar los
muros que quedaban del convento; se erigió un gran jacalón
que fue la terminal de los trenes, inaugurada el 15 de mayo de 1888, día
en que llegó a esta ciudad el primer ferrocarril, proveniente de
la ciudad de México.
Aurelio Cortés Díaz, en su "Semblanzas tapatías",
nos cuenta: "La estación del ferrocarril de Guadalajara era
pintoresca, un gran jacalón al que entraban de reverso los trenes,
tenía cuatro vías, estaba situada en el final de la Avenida
16 de septiembre, formando un tapón con la calle Ferrocarril al
frente (atrás de Aranzazú), a un lado, un callejón,
después, la prolongación de la Avenida Corona, que llegó
hasta la calzada, pero esto ya era un terreno despoblado. La estación
tenía un ambiente pueblerino; una cerca de madera limitando la entrada
por 16 de Septiembre que doblaba por el lado de Manzano en donde estaba
la entrada.
Un andén hasta cierto punto espacioso para las necesidades de
una época, en que el único medio de viajar era en ferrocarril,
pues no había carreteras, todo eran brechas, con atascaderos que
partes andables durante las lluvias. "La Llegada de los trenes era
un acontecimiento, aquella se convertía en una feria de "cargadores"
con número, que trataban, como sucede hasta hoy, de ayudar a sacar
los belices y lo que era una verdadera plaga eran los "Agentes de
los Hoteles", con una gorra en la que llevaban al frente el nombra
del hotel al que invitaban a pasar a que se hospedara. "Para ir los
pasajeros al Fénix, a la casa de las señoritas Morales, precursoras
del Hotel Morales, el trecho se caminaba "a pie"; el agente del
hotel tenía una comisión por cada pasajero que llevaba, pues
la hacía de cargador y de todo lo que se pudiera.
El hotel San Francisco era el más elegante situado en la esquina
de Prisciliano Sánchez con Colón, viejos recuerdos de la
época del porfiriato; era un edificio de cantera, neoclásico,
medio afrancesado". El tren que venía de México llegaba
en las mañanas, era el más rápido y traía carros
Pullman, eran muy exclusivos, ya que la cama baja costaba doce pesos y
la alta diez, también se tenía derecho de ir al carro comedor.
En los alrededores de la estación, principalmente por la calle
Manzano, había muchísimos puestos que vendían todo
tipo de antojitos como menudo, birria, dulces, etc. Esta estación
tuvo el título de provisional; era un jacalón con techo de
dos aguas de lámina, con vigas y postes de madera, su piso era de
asfalto; tenía dos vías principales, la de Oriente rumbo
a México y la del poniente para el SurPacífico.
En la esquina de Ferrocarril y Manzano, estaba un edificio de dos plantas,
que albergaba a la contaduría de la División y a las oficinas
del Jefe de la Estación; el ingreso al público estaba por
la plazoleta (prolongación de Manzano), donde se encontraban las
oficinas de boletos y el que los recogía sentado en un banco alto
y tenía una gran campana, la cual tocaba para avisarle a los pasajeros
de la partida de los trenes.
La estación generó un "centro comercial", puesto
que se instalaron muchas fondas con comida típica, con servicio
las 24 horas; hubo varios cafés, aguas frescas, panaderías,
todo esto se suscitó porque la estación nunca tuvo restaurante.
En tiempos de la cristiada, los trenes militares eran espectáculo
de diario.
El último vagón era una góndola techada (utilizada
para transportar mineral) y adaptada con bancas para los soldados que siempre
venían fuertemente armados; los trenes siempre fueron los blancos
preferidos por las tropas cristeras, aún con la protección
que siempre llevaba en el último vagón, los trenes de la
División de Guadalajara fueron víctimas de terribles asaltos.
El crecimiento de la ciudad fue el verdugo de la estación de ferrocarriles,
por lo céntrico de su ubicación hacía un "tapón"
a la avenida 16 de Septiembre (antigua San Francisco); a fines de los cuarenta
y principios de los cincuenta, la Av. Juárez fue ampliada, le siguió
Alcalde y 16 de Septiembre, pero la calle siguió su curso y se demolió
la vieja estación, hasta llegar a la Plaza Juárez. Se instalo
una estación temporal en la Colonia Morelos, un poco más
al sur que la actual, la estación de carga se trasladó a
la Colonia Ferrocarril, en los terrenos actuales ocupados por el Condominio
Guadalajara, Hotel Carlton y el Cine Diana.
En 1957, se terminó la rehabilitación de la línea
ferroviaria Guadalajara-irapuato, inmediatamente después se inició
la construcción de la actual estación; para diciembre de
1958, la obra civil, la de los patios y vías, estaba terminada a
un 90 por ciento. La decisión de la construcción de esta
nueva terminal fue de los Ferrocarriles Nacionales de México y eran
los tiempos del gobernador Agustín Yáñez. Frente a
la estación se encuentra como monumento, una máquina de vapor
que, allá por los años veinte, hacía el recorrido
de Guadalajara a Chapala, pesa 15 toneladas y se colocó sobre una
base de cantera en 1960.
En la sala de espera están 38 bancas de madera y en los alrededores
de esta sala, se encuentran varios puestos que ofrecen a la venta ropa,
bolsas, alimentos, libros, boletos de la Lotería lntantánea,
y otras chucherías. Hace pocos años que le cambiaron el piso,
anteriormente era de granito y sobre éste, colocaron vitropiso de
color café muy claro. Las pilastras que antes estaban tapizadas
de mosaico, hoy están cubiertas de cemento dándole una vista
muy rústica. Afuera de la estación y en el estacionamiento,
es utilizada casi a diario como dormitorio de muchas personas e indigentes;
esta estación se inauguró en el año de 1960, por el
presidente de la República, Adolfo López Mateos.
Datos:
http://guadalajara.net/html/edificios/12.shtml
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